Miguel Ángel Martínez Cortés | Los
Lectores 07/11/2016
Hace unos días,
concretamente el pasado 28 de octubre de 2016, falleció nuestro querido amigo y
compañero de la Policía Municipal, ya jubilado, Gabriel Grande Guijarro, y con
estas breves y emotivas líneas se pretende mantener vivo su recuerdo.
Gabriel Grande, nació en el año 1928 y a los diecinueve años ingresó en
el Cuerpo de la Legión, sirviendo como Caballero Legionario en el citado Cuerpo
Militar durante cinco años. Él siempre se mostró orgulloso de haber pertenecido
a la Legión; tanto es así que, la Comisión Municipal Permanente del Excmo.
Ayuntamiento de Alcázar de San Juan, celebrada el 29 de mayo de 1.972, le
autorizó a llevar bordado en el uniforme de Policía Municipal, el distintivo
del citado Cuerpo Militar.
En la Policía Municipal ingresó con 24 años, el 12 de noviembre de
1.952, jubilándose a los 65 años. Es decir sirvió en este Cuerpo Policial
durante 41 años.
Fue uno de los Guardias Urbanos pioneros en la regulación del tráfico en
los cruces de la calle Castelar, en aquéllos años vía de dos sentidos de
circulación y en la Plaza de España. En las fotografías adjuntas puede verse en
sus funciones de regulación de la circulación rodada y peatonal.
El 23 de diciembre de 1985 solicitó el “servicio de puerta”,
(Comunicaciones policiales, telefónicas y recepción) debido a la edad que
tenía; siéndole concedido dicho puesto a principios de 1986, dejando, por
tanto, el servicio de vigilancia y patrulla en la calle.
Gabriel era un hombre con un marcado carácter, debido seguramente a su
paso durante cinco años por el ejército y por todas las penalidades que pasó en
la posguerra (en largas conversaciones que tuvimos me contaba todo lo que pasó
en aquellos años); sin embargo tenía un gran corazón y sentido del humor.
Su pasión y refugio espiritual fueron los libros y la Iglesia. Recuerdo que los domingos y festivos por la mañana que, por circunstancias se encontraba de servicio, solicitaba permiso y asistía a la misa de Santa María con su uniforme.
Una vez jubilado y hasta hace pocos días tenía la costumbre de pasar por la Jefatura de Policía Local a saludar a sus compañeros. A pesar de su salud ya deteriorada no dejaba de bromear con todos nosotros.
Su pasión y refugio espiritual fueron los libros y la Iglesia. Recuerdo que los domingos y festivos por la mañana que, por circunstancias se encontraba de servicio, solicitaba permiso y asistía a la misa de Santa María con su uniforme.
Una vez jubilado y hasta hace pocos días tenía la costumbre de pasar por la Jefatura de Policía Local a saludar a sus compañeros. A pesar de su salud ya deteriorada no dejaba de bromear con todos nosotros.
Amigo y compañero Gabriel, desde donde estés, podrás sentirte muy
orgulloso de ver y sentir que has dejado multitud de amigos que, aún, en la
distancia, piensan en ti y siempre te recordarán.
Desde estas líneas quiero saludar a toda su familia y amigos y de forma
especial a sus hijos: Miguel, Rosa María, Gabriel, Ana Isabel y David.